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HELENA SEGURA TORRELLA - "A través del espejo"


 


Para encontrarme junto a Helena Segura-Torrella no necesito quedar con ella físicamente. Sólo necesito ensimismarme en la contemplación de sus fotos y desplazarme de lo terrenal a la metáfora de los sueños, retrocediendo unos años y extrayendo el niño que también habita en mí, para poder conversar con ella.

Es en ese espacio, y no en otro, en el que puedo comunicarme con Helena para proponerle que me deje participar de sus juegos,  para invitarle a acompañarla en su soledad no deseada y mostrarle que puede contar con un nuevo amigo para explorar casas deshabitadas, jugar al escondite con los cuervos y cornejas, o espiar a los trasgos y las xanas en los claros iluminados por la luna y que ésta roba a las tinieblas de la profundidad de los bosques.

La visión de sus fotos logra en mí crear unas interesantes conexiones. Reflexiono y pienso que casi todos sabemos que existen, pero que, para atravesarlas se requiere cierto mimo y delicadeza, entrenar para ser funambulista y caminar deslizando los pies por los hilos transparentes que las conforman.

Así y solamente así, se puede llegar a encontrar a la pequeña Helena.

Personalmente, estoy dispuesto a seguir sus aventuras y jugar con ella.

FLORENCIO SANCHEZ

 

Currículum:
Helena Segura-Torrela

 


El trabajo de Helena Segura-Torrella,  aparentemente distante, viene con gran carga de elocuencia. Habla de espacios gélidos e impenetrables, de lugares purificados, de seres estáticos contemplados con asomo contenido por una niña que indaga dulce y armoniosamente.

La artista sospecha que lo impenetrable y glacial, el arcano, la ausencia de un más allá de nosotros mismos activa nuestras capacidades vitales hasta ver si podemos concurrir, al menos, en un punto de encuentro con lo que nos hace tangibles camino de abandonar el cautiverio de sombras que nos envuelven.

Y en este afán Helena Segura-Torrella desborda una urdimbre de diálogo con lo otro. Y lo que aparecía siniestro o desaventajado muda en favorable hallazgo vivo y operante, sin privacidad, despejado, fascinante, como primer paso para, tal vez situarnos en un término (futuro incierto no obstante) donde nos espera el deseado consuelo de alguna respuesta.

Y es una niña (el infante que somos hasta el fin y que su proyecto de mirada está contenido lo ya hallado) que no quiere que le digan qué es lo que sea que fuere. Porque en la comunicación, aun la más noble y venturosa, siempre hay deslices. Y entonces, desasistida y sola ha de elaborar, latido a latido, la rede de sucesos que la sostienen en ese casi maldito sino subsistente en el ejercicio de descubrir o perecer.

Pero nada de sobrenatural. El trabajo de Helena Segura-Torrella no se configura en el éxtasis pues tiene todo el vigor que mueve a la búsqueda por vía del desprendimiento de tanto sobrante fárrago. Porque lo que ella indaga es criatural, mortal y despierto, un lugar donde broten espacios bien delimitados que pretenden engañarnos con su aparente lejanía pero en los que (y en los objetos que contiene) Helena escruta, por espejos de espejos por ver si en su fluir le devuelven su propiedad sin deformidades ni farsa.

RAMON CODINA BONET.

 

A través del juego y la experimentación,  observando la naturaleza y descubriendo en ella la esencia de la vida, volviendo al origen de las cosas.

La naturaleza o espacios abandonados me ayudan a desarrollar pequeñas historias, mediante caminos reales o imaginarios que nos llevan a encontrarnos a nosotros mismos, nuestro yo más primario, más real, más puro.

La soledad es también parte importante, la soledad que vivimos todos en algún momento, aquí es una soledad impuesta en principio, pero buscada y valorada después.

Es una soledad donde crece la imaginación y la creación de mundos paralelos que nos hacen afianzarnos en nosotros mismos, como Alicia a través del espejo.

Yo soy esa Alicia perdida en el bosque de la vida, viviendo en ese mundo paralelo, obligada a crecer y volviendo a esos bosques a buscar la seguridad y el bienestar, en definitiva la paz.

Por eso esa niña vive en mí.

HELENA SEGURA-TORRELLA

 


 
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