Semana Santa de Málaga



PASION POR LA ALEGRIA




MODERNA Y HECHICERA LA CIUDAD DE MALAGA INVITA A DISFRUTAR DE CADA INSTANTE Y A VIVIR LA SEMANA SANTA CON LOS CINCO SENTIDOS



Todos los obispos y muchos de los párrocos que ha tenido Málaga desde que los Reyes Católicos la proclamaran cristiana en el año 1487 han intentado en vano que los malagueños celebren la Semana Santa con recogimiento, austeridad, introspección y ayuno. Ninguno de ellos debió ser nativo de la ciudad donde la Pasión es sinónimo de sentimiento y el único sentimiento manifestado a nivel general es el de la alegría.

Cinco siglos prohibiendo el bullicio inevitable de organizar las procesiones en el interior de los templos, o que las bandas militares acompañen el desfilar de los cristos yacientes, sólo han logrado lo contrario de lo propuesto: que los tronos (pasos) de Málaga, montados en tinglados callejeros, se hayan convertido en auténticos templos barrocos andantes que ya no pueden hacer entrada de Penitencia en la Catedral debido a que no caben por sus enormes puertas. O que el momento de la semana de mayores apretujones en la calle Larios coincida con el desfile de la Legión, cabra incluida, cantando el Himno Legionario tras el Cristo de la Buena Muerte.

La Semana Santa de Málaga es una oportunidad para descubrir que el corazón de la Costa del Sol es algo más que la capital de las playas y los chiringuitos: una ciudad moderna, con un tesoro histórico que va desde su coqueto teatro romano a las fortalezas desde las que los árabes controlaban el Estrecho de Gibraltar.

Una ciudad para ver, pero también para tocar, oler, gustar y oir.


Hay que oler a romero, el romero que alfombra el centro de la ciudad para que el jueves por la noche pase sobre él María Santísima de la Esperanza; cinco mil ochocientos kilos de trono por doscientos setenta hermanos que hacen mecer las barras del palio al son de una malagueña convertida en lenta marcha por la banda de la Archicofradía del Paso y la Esperanza mientras las mujeres la aplauden y los hombres la llaman "¡guapa!"

Y hay que oir que las palmas con las que los gitanos bailan por bulerías a su Cristo el Lunes Santo cuando pasa por la Tribuna de los Pobres, la escalinata (de asiento gratuito, naturalmente) que conecta calle Carretería con el cauce del río Guadalmedina. Como también hay que ver la procesión de treinta mil habitantes del popular barrio de la Trinidad que, en busca de un milagro o para agradecerle un favor, acompañan con "promesas" al Cristo del Cautivo, las manos atadas a la columna, la túnica blanca de raso movida por la brisa que llega del mar...

Allá por los años veinte del pasado siglo, las cofradías malagueñas invitaron a los militares de la ciudad a participar en sus procesiones para conseguir algo que siempre ha sido un objetivo de la actual capital de la Costa del Sol: atraer a los turistas.

Convertida en una tradición, la presencia militar forma ya parte inseparable de la esencia de estas fiestas. Los habitantes de Málaga reciben con fervoroso entusiasmo a la Legión; con emoción a la Guardia Civil cuando desfila a caballo ( doce que forman parte del Escuadrón de Clarines y Timbales y treinta y cinco del Escuadrón de Caballería) acompañando a los Sagrados Titulares del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores, que lleva a los pies de la cruz un tricornio. El mismo forma parte de la Iconografía del arca que lleva a los pies de la Cruz y que contiene tierra ensangrentada de los defensores del Santuario del Santa María de la Cabeza (Jaen) en nuestra desgraciada Guerra Civil.

Con alegría, coreando la Salve Marinera que la Armada va cantándole, a la Virgen de la Soledad. Incluso hay aplausos para los bomberos madrileños engalanados con plumeros que acompañan a La Paloma, mientras miles de malagueños van soltando las miles de palomas que la cofradía les ha repartido, guardadas en cajas, para que su Virgen siempre lleve alguna posada entre sus brazos.


Siendo como es una fiesta alegre, aunque se trate de la Semana Santa, hay que aprovechar la oportunidad para cumplir con otra tradición: la de tapear pescaitos y lomo de los Montes por los bares de las estrechas bocacalles de Larios y terminar de madrugada reponiendo fuerzas con churros y chocolate.


Después, nada mejor que visitar cuando todavía es de día el céntrico Parque, auténtico jardín botánico tropical abierto y sin verjas para disfrute cotidiano de niños y mayores; asomarse al teatro romano, trepar hasta la Alcazaba árabe...


Y, cómo no, seguir cuesta arriba hasta llegar al Castillo de Gibralfaro. Desde él, se contempla una ciudad que hoy es moderna y que, desde tiempos de los fenicios, siempre ha sido la capital de la eterna primavera y la tierra, esté o no en época de Pasión, vive cada momento con el mayor esplendor posible, la alegría más desbordada y el orgullo de acoger con los brazos abiertos a los turistas.

Encarnación Valenzuela para revista Paradores
Texto revisado y ampliado por Carlos L. Martínez Domínguez




Si alguien desea más información sobre la Semana Santa malagueña pueden visitar las webs siguientes:

Este sitio web está dedicado a la divulgación de la historia del arte cofrade en Málaga como homenaje a los creadores que han hecho posible su peculiar estética a través de los siglos:

www.tronosdemalaga.sitio.net

También pueden visitar con una amplia y documentada información:

www.rutacofrade.com

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